En el año 1961 se instaló el primer sistema de luces de borde de pista del país en el Aeropuerto de Los Cerrillos, en Santiago, con la finalidad de apoyar las operaciones nocturnas de la aviación comercial.
Por esa fecha, los aviones DC-6B y Constellation reinaban en las aerolíneas latinoamericanas y poco a poco, la era de la aviación comercial impulsada por aviones a pistón daba paso a los jets DC-8 y Boeing 707.
La Línea Aérea Nacional, siguiendo esa modernidad, integró sus primeras aeronaves a reacción de fabricación francesa, Caravelle, el 30 de marzo de 1964.
Este tipo de avión revolucionó el transporte de pasajeros en Chile, pues el vuelo entre Santiago y Punta Arenas, en el extremo austral del país, puerta de entrada a la antártica chilena, en vez de demorar seis horas en un DC-6B, con el Caravelle el trayecto comenzó a cubrirse en sólo en tres.
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