Desde el Informe del PICC (1990), se han hecho grandes adelantos para tratar de distinguir entre las influencias naturales y las antropogénicas en el clima. Este progreso se ha logrado al incluir los efectos de los aerosoles sulfatados, además de los gases de efecto invernadero, obteniéndose así estimaciones más precisas del forzamiento radiativo debido a las actividades humanas. Los resultados más importantes relativos a las esferas de detección y atribución son:
Las limitadas pruebas disponibles de indicadores climáticos sugieren que la temperatura media mundial del siglo XX es, al menos, tan cálida como la de cualquier otro siglo a partir de 1400 A.C. Los datos anteriores a este siglo son muy escasos para poder obtener una estimación fiable de la temperatura media mundial.
En las evaluaciones del significado estadístico de la tendencia observada de la temperatura media mundial durante el último siglo, se han utilizado una variedad de nuevas estimaciones de la variabilidad natural interna así como la forzada por factores externos.
Esas estimaciones se derivan de datos instrumentales, paleodatos, modelos climáticos sencillos y complejos, y modelos estadísticos adaptados a las observaciones. La mayoría de esos estudios ha detectado un cambio importante y muestra que es probable que la tendencia del calentamiento observado no sea totalmente de origen natural.
Pruebas recientes más convincentes que atribuyen a las actividades humanas un efecto sobre el clima han surgido de estudios basados en patrones, en los cuales la respuesta climática que dan los modelos, cuando en ellos se tiene en cuenta tanto el forzamiento de los gases de efecto invernadero como el de los aerosoles sulfatados antropógenos, se compara con patrones geográficos, estacionales y verticales observados de la variación de la temperatura atmosférica. Esos estudios muestran que las correspondencias de dichos esquemas aumentan con el tiempo, como podría esperarse dado que la señal antropogénica aumenta en fuerza.
Además, es muy poco probable que esas correspondencias puedan ocurrir por casualidad como resultado sólo de una variabilidad interna natural. Los esquemas verticales del cambio también son incompatibles con los previstos para un forzamiento solar o volcánico.
La capacidad para cuantificar la influencia humana en el clima mundial esta limitada actualmente porque la señal prevista apenas está surgiendo del ruido de la variabilidad natural, y porque existen incertidumbres en factores clave. Entre estos se incluyen la magnitud y los patrones de la variabilidad natural a largo plazo, así como el forzamiento que evoluciona con el tiempo, y la respuesta, a causa de los cambios en las concentraciones de gases de efecto invernadero y los aerosoles, y los cambios en la superficie terrestre. Sin embargo, el balance de las pruebas sugiere que existe una influencia humana perceptible en el cambio climático a escalas regional y global.
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